jueves, 8 de noviembre de 2012

El embarazo y la obesidad

Continuamos en esta entrada con las enseñanzas que nos dejaron las intensas y profundas investigaciones realizadas por el Dr. Albert T. W. Simeons, publicadas en su libro Libras y pulgadas (Pounds and hinches).


El embarazo y la obesidad

El embarazo es la gran oportunidad para la mujer obesa de perder su peso excesivo. Ella muchas veces desaprovecha esta oportunidad por una noción errada que ahora tiene “dos bocas para alimentar” y que debe “mantener su fuerza para el evento venidero”, ideas usualmente cultivadas por personas mayores.

     Todos los obstetras modernos saben que esto es una tontería y que mientras más grasa superflua se pierde, más fácil será el parto. Sin embargo, algunos todavía dudan de prescribir una dieta baja en calorías para producir una reducción drástica.

     Una mujer puede aumentar de peso durante el embarazo, pero nunca se convierte en obesa por ello. Bajo la influencia de Iaso HCG, la cual circula en grandes cantidades en el cuerpo durante el embarazo, su capacidad bancaria diencefálica parece ilimitada y los depósitos anormales fijos nunca se forman.

     Durante el parto, de repente es desprovista de HCG, y la capacidad de su centro de grasa diencefálico se revierte a lo normal. Es solamente entonces, cuando la grasa anormal acumulada se ahorra en los depósitos fijos. A partir de ese momento, y en adelante, una vez más sufre de la obesidad y es sujeta a todas sus consecuencias.

     Aunque podamos incrementar la capacidad bancaria diencefálica incorporando Iaso HCG, esto no afecta el peso, al igual que transferir fondos monetarios de una cuenta de depósito fijo a una corriente no hace que un hombre sea más rico, ni más pobre. Para ser más pobre, también es necesario que gaste libremente el dinero disponible.

     Durante el embarazo, las necesidades de un embrión en crecimiento protegen de este aspecto hasta cierto punto, pero en el tratamiento de la obesidad no hay un embrión, por tanto una restricción dietética muy severa debe ocupar su lugar durante la duración del tratamiento.

     Solamente cuando la grasa está en transición bajo los efectos de la HCG consumida, se puede sacar más grasa de los depósitos fijos. Durante el embarazo, sería muy indeseable si el feto solamente recibiese alimentación cuando hubiese un gran consumo en la vía intestinal. Las condiciones nutritivas ideales del feto solamente se pueden alcanzar cuando la sangre de la madre es continuamente saturada de comida, ya que un período de hambruna podría afectar el crecimiento normal del embrión.

     Parece que la HCG provoca esta saturación continua de la sangre y, por lo tanto, los pacientes obesos que siguen el tratamiento con Iaso HCG nunca sienten hambre a pesar de una reducción drástica en consumo.

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Continuaremos en próximas entradas con este tema.

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